Desde que soy maestro, sería imposible contabilizar el número de veces que he oido a algún alumno/a escusar su mal comportamiento o algo incorrecto en que otro también lo ha hecho. Por otra parte, también he visto muchas veces, a algún alumno/a haciendo lo que sabe que es correcto, incluso en completa soledad en su actuación, sin que nadie más lo hiciera.
Creo que esta frase es de esas imprescindibles para poner en la pared. Aquella a la que seguro podremos aludir para intentar cambiar ese patron de contuctas reforzadas por otras conductas cuando son incorrectas o, conductas destacables aunque naden en la soledad.
Os invito a usarla en clase como profesores y profesoras, en casa como padres y madres, o con otros compañeros como aumnos y alumnas. Os invito a debatir y reflexionar cada vez que tengáis la oportunidad. Es de esas frases que encierra muchísimo potencial para mejorar la actitud y comportamiento de las personas.
Fotografía y composición: Enrique Montaño Cambil |
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