Miguel pesando mochilas |
Ana (madre de Ana y Manuel) a quien agradecemos su implicación, nos trasladó una inquietud que tenía. Le preocupaba el peso que cada día los niños y las niñas tienen que cargar en sus mochilas para ir al colegio. Nos planteó la situación y, pensando que podría ser un tema interesante, nos pusimos manos a la obra.
Lo primero que hicimos fue valorar la temática, bucear entre nuestros conocimientos previos sobre el tema y proponer líneas de investigación para abordarlo un poco más en profundidad. Para ello estuvimos buscando información que corroborara si podría haber algún problema derivado del sobrepeso en las mochilas de los niños y las niñas, así como el peso máximo que se consideraba recomendable.
La primera investigación ya arrojó muchísimos datos muy interesantes, incluso más de lo previsto para este primer sondeo, así que decidimos acoger el proyecto y ponernos manos a la obra.
Para contrastar los datos que habíamos recogido en nuestra búsqueda, hicimos un primer muestreo (trabajo de campo), pesándonos a nosotros mismos y nuestras mochilas (eso sí, rellenándolas como lo haríamos en un día cualquiera, según el horario y si no estuviéramos trabajando por proyectos). Con los datos obtenidos estuvimos calculando porcentajes de distintos tipos y aprendiendo conceptos como la "regla de tres", que necesitábamos para calcular la relación entre el peso de la mochila y cada individuo de manera personalizada.
No había dudas, todos sobrepasaban el 10% de su peso corporal y más de la mitad superarían el 15%. Aunque a día de hoy tenemos más información y más precisa que el mero sobrepaso de un porcentaje, nos sirvió para decidir hacer un estudio de campo más amplio y nos lanzamos a recoger datos por todo el centro, armados con básculas de baño y tablas de recogida de datos.
Cada uno en su tarea. Todos aprendiendo. |
Los resultados no los desvelaremos aún, pues serán parte del proceso en el cual nos encontramos ahora. Al evaluar los resultados obtenidos, hemos sacado una serie de conclusiones que no son nada fáciles de abordar, pues está claro que la cuestión no tiene una solución fácil. Por esta razón, comenzaremos desde ya a trabajar en una campaña que, necesariamente, tiene que ser, informativa, de concienciación y promotora de ciertos hábitos, pero no solo en un ámbito, sino que hay varias esferas implicadas en este problema. Para hacernos una idea, sin desvelar más detalles aún, una de las tareas que tenemos que realizar consiste en escribir una carta a la Delegada de Educación informándola de la situación y solicitando unos cambios necesarios para abordar este problema. Sin olvidar que, tanto el alumnado como también el profesorado, puede y debe tomar cartas en el asunto para mejorar una situación compleja e importante.
Dado que estamos en un punto decisivo del proyecto, donde puede ser complicado avanzar, quiero dedicar las últimas líneas a aplaudir el sensacional trabajo que mis alumnos han realizado hasta ahora. Ha sido todo un espectáculo verlos organizarse y trabajar de forma autónoma (bajo un trabajo de coordinación en el aula), verlos seleccionar la información realmente importante, establecer principios y prioridades a la hora de abordar la situación, proponer formas de avanzar en el proceso, y un largo etc. En definitiva, han hecho suyo un proyecto más ambicioso de lo que pudiera parecer en principio y me siento muy orgulloso de ellos. Ahora toca concluirlo de una forma que avale todo ese trabajo ya realizado y que nos permita concluirlo como una experiencia memorable.
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